Existen películas incómodas de ver, retorcidas, sádicas, graciosas, arriesgadas, sangrientas y absurdamente inteligentes; “The Substance” (La sustancia, 2024), de la directora Coralie Fargeat, es todo esto y más es una misma obra.
Antes de mencionar la sinopsis y posterior reseña, deben estar advertidos de que, lo que verán en esta cinta, no está hecho para cualquiera. No queremos sonar pretenciosos ni altivos, para nada; sino que, ciertamente, es un filme que los hará experimentar diversas y muy potentes sensaciones. Desde lo grotesco hasta lo hilarante, su sed de sangre quedará saciada, pero su mente también sufrirá un impacto que permanecerá bastante tiempo.
Una celebridad (Demi Moore) se encuentra en su peor momento de decadencia física y anímica al ver cómo es desechada por Hollywood y su público, quienes, obsesionados por la belleza y la juventud, la relegan al olvido. Desesperada, la mujer se somete a un proceso quirúrgico/químico experimental que hará brotar, literalmente, su mejor lado, pero con nauseabundas y fatídicas consecuencias.
Coralie Fargeat nos entrega la cinta más arriesgada, maravillosa y extraña del año. Un filme que se idolatra o se aborrece. No hay punto medio. Todo esto, y por increíble que parezca, mediante el más interesante body horror contemporáneo que, ni el mismo David Cronenberg, ha realizado en sus cintas más recientes.
“The Substance” es extraña, bizarra, incómoda y shockeante. Por un lado, cuenta con un maquillaje y efectos especiales que duelen en la carne propia del espectador; por otro, presenta una crítica social bastante cruda y directa (al grado de llegar al absurdo en forma de una excelente sátira) ante la obsesión de la juventud y la belleza, conceptos sádicamente instaurados y mantenidos por la industria fílmica y televisiva, pero, también, por la sociedad.
Narrativamente, el filme es un brutal retrato de los excesos, la hipocresía y las obsesiones. Un claro ejemplo de hasta dónde puede lastimarse uno mismo con tal de no perder aquello que lo hace ser amado ante los demás, aunque ese amor sea falso y peligroso. Tanto Moore como la joven estrella, Margaret Qualley, ejemplifican muy bien esto. Una, representando el ocaso y decadencia del éxito y la vida; la otra, el clímax de la juventud y los placeres.
La contraposición física y mental de ambas mujeres nos entrega un choque no ya cultural, sino psicológico ante el miedo a la vejez y al olvido. Claro, no sin olvidarse de un duro señalamiento contra la cosificación y sexualización del género femenino. La gran actuación de ambas actrices nos hace empatizar con ellas, amarlas y, también, odiarlas. Será su lucha constante y sus acciones la una contra la otra, el principal elemento de tensión durante las casi 2 horas con 30 min del metraje. Un excelente retrato de hasta dónde podemos llegar a aborrecernos.
Todo esto acompañado del body horror en su máxima expresión; un terror corporal sublime e interesante que equilibra a la perfección el asco con la magistralidad de los efectos especiales prácticos. Laceraciones, brotes, bultos, pus, malformaciones y partes creciendo en lugares donde no deberían crecer, hacen que “The substance” sea un exquisito platillo que uno no puede dejar de comer a pesar de su mal sabor y aspecto.
Técnicamente, si hay algo que no se le puede reclamar a “La sustancia”, es su increíble fotografía, paleta de colores y puestas en escena; algo que se disfruta a cada segundo. Narrativamente, es su tiempo total lo que le juega en contra, pues su duración la vuelve bastante tediosa y pareciera que, en determinado punto, ya es innecesario lo que muestra o que simplemente no sabe cómo dar un buen cierre.
No obstante, son sus últimos 15 minutos los que harán que sea alabada u odiada; unos instantes finales repletos de una locura sin sentido como ninguna otra cosa vista desde hace muchos años. Este tramo final provocará enojo, desconcierto, extrañeza y un cúmulo de otras emociones al no saber qué demonios es lo que estamos mirando.
En pocas palabras, su desenlace roza lo sublime o lo estúpido, depende de la mirada. Y, sin embargo, no dejará indiferente a nadie, pues, para bien y para mal, es la película más arriesgada y propositiva en lo que va de la década. Un filme que les hará experimentar una mezcla de placer y aversión que, si no manejan con cuidado, podría hacerles supurar algo monstruoso de todos sus orificios.
Comentarios de las entradas (0)